Son seres queridos por todo el mundo, pero a veces llega el momento en
el que hay que acabar con ellos. O al menos eso es lo que piensan sus padres, aunque
no siempre les resulte fácil matarlos.
Muchos escritores deciden tirar por la calle del medio, y dejan que sus
creaciones vivan su vida sin contarnos ni su nacimiento ni su muerte. Nos
muestran tan sólo cosas que les ocurren en determinados momentos de sus vidas.
El resto lo dejan a la imaginación de los lectores.
Pero otros sienten que el peso de los personajes de ficción que han
salido de sus cabezas les está afectando a sus propias vidas. Y es entonces
cuando deciden acabar con ellos. Algo que no suele sentar bien a sus
seguidores, cosa que Stephen King reflejó perfectamente en Misery.
Como las mejores sagas suelen estar relacionadas con detectives más o
menos profesionales, los mejores ejemplos de personajicidio han surgido del
género negro o policíaco. Sherlock Holmes o Poirot han sido dos de los personajes más famosos muertos a manos de sus propios creadores.
Camilleri ya ha escrito Riccardino
la última aventura de Montalbano. Pero, en palabras del autor, el comisario “no
va terminar disparado o jubilado o casado con Livia, como quizás le gustaría a
los lectores: hacía falta una idea como las del propio Montalbano para que
abandonara el escenario.” Parece que Camilleri va a proporcionarnos un final
inspirado en Pirandello o en el personaje de Pató. Un final que espera a ser
publicado hasta el momento de su muerte, o cuando “mi Alzheimer sea irreversible”.
Bien sea matando al personaje o bien porque le han puesto fecha de
caducidad a la saga (como hizo la Rowling con Harry Potter), los escritores a
veces nos privan de algunos de nuestros mejores amigos imaginarios. Aunque no
siempre.
Hace poco leía la que pensaba que era la última novela de la pequeña
Flavia de Luce. Pero he descubierto dos buenas cosas relacionadas con el
personaje. La primera es que Alan Bradley ha decidido ampliar su previsión
inicial de seis novelas a diez (y quién dice diez puede decir luego veinte). La
segunda es que se va a realizar una serie de televisión sobre la saga de
Buckshaw. Así que todavía tendremos a Flavia entre nosotros durante muchos años
más.
Puede que a sus creadores les pese el peso de la fama de sus personajes
de ficción. Pero todavía no he encontrado a nadie que disfrute con las
aventuras de alguno de ellos y se diga: “a ver si esta es ya la última aventura
y podemos olvidarnos de ellos.”