miércoles, 29 de diciembre de 2010

Versiones - Mná na h-Éireann (Mujeres de Irlanda)


Seán Ó Riada fue para muchos el padre del renacimiento musical celta en Irlanda. Una de las últimas canciones que compuso fue Mná na h-Éireann, un tema melancólico que nos traslada a las verdes campiñas de la dulce Eire y que nos habla de las mujeres de esa gran nación (la letra es un poema del bardo del siglo XVIII Peadar Ó Dorinín).


Versiones de Mujeres de Irlanda las hay para todos los gustos, desde las instrumentales, como las de Alan Stivell o Mike Oldfield, hasta las más convencionales, como las de Sinéad O'Connor o Kate Bush. Una de las más famosas es la que realizaron The Chieftains para la banda sonora de la película Barry Lyndon. Instrumentalmente perfecta, como todo lo que llevan haciendo estos chavalotes desde hace casi medio siglo.

Mi preferida, sin embargo, es una adaptación en todo el sentido de la palabra, ya que cambian el título y la letra. Words lanzó a la fama a The Christians a principios de los noventa, y todavía hoy rezuma lo mejor del buen soul británico.

If I could find words
To tell you I'm sorry
Make you understand
I mean just what I say

After all that I've heard
Why should I worry
When we ride the fine line
Between love and hate

If I had been wise
well how could I doubt you
now I'm all alone
my life in disarray

But try as I might
I can't live without you
so I cling to the hope
of a bright brighter day

Oh I know we've been through this all before
how can I prove my love for you is real
no I can't do anymore
if I could only find words

And still he has dreams
and still I must learn to cope
absurd as it seems
I still have hope

If I had good sense
and heed all the warnings
I would let it be
and leave all well alone

But there's no recompense
for waking up mornings
feeling sure it's myself
who's the foolish one

yes I know we've been through this all before
how can I prove my love for you is real
no I can't do anymore.



martes, 28 de diciembre de 2010

Roy Lewis


Periodista con formación como economista clasico, Roy Lewis escribio casi exclusivamente sesudas obras sobre negocios, sociología, historia y periodismo. Hasta que en 1960 se desmelenó y mandó a sus editores una obra de ficción. Una historia familiar con todos los ingredientes para convertirse en un éxito de ventas: envidias, resentimientos, traiciones, asesinato…

Hasta aquí, lo normal. Pero lo mejor es que la historia esta ambientada en el paleolítico y el protagonista es el primer hombre en descubrir el fuego. A partir del momento en que hace ese descubrimiento, la paz familiar va a saltar por los aires y se van a desencadenar los más divertidos enredos.


Lewis decidio llamar a su novela What We Did to Father. Pero con cada nueva edicion le cogió el gusto a cambiarle el titulo y, así, paso a llamarse sucesivamente: The Evolution Man, Once upon an Ice Age o How I ate my father.

Con el titulo que sea, es uno de los libros mas sorprendente y divertido que he leído. Un placer para reflexionar sobre lo poco que hemos cambiado desde que bajamos del árbol.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Versiones - This Land is Your Land



Hace poco escuché una vieja canción que formaba parte de la banda sonora de Up in the Air, la que hacen Sharon Jones & the Dap-Kings de This Land is Your Land. La versión que acompaña las andanzas del cínico Clooney es tan cool que podría sonar de fondo en un bar de cualquier aeropuerto de diseño futurista, repleto de alas de gaviota y formas orgánicas.



Las versiones que se han ido haciendo a lo largo de los 70 años que han pasado desde que Woody Guthrie la compuso, han convertido This Land is Your Land en un fiel reflejo de los cambios que se han ido produciendo en América. Y demuestran que this land is really for everyone.


Muchas versiones, y muchos cambios, que no han añadido nada a la canción original. La de Woody Guthrie es como él, mucho más sencilla y descarnada, más propia de una América que todavía está sufriendo los efectos de la Depresión y de la Guerra. En esa Tierra, Guthrie camina por las carreteras, como lo habían estado haciendo durante los últimos años millones de náufragos para poder buscarse la vida. Todavía tardarían en correr por ellas los relucientes Cadillac del sueño americano.

This land is your land, this land is my land
From California to the New York Island
From the Redwood Forest to the Gulf Stream waters
This land was made for you and me.

As I went walking that ribbon of highway
I saw above me that endless skyway
I saw below me that golden valley
This land was made for you and me.

I roamed and I rambled and I followed my footsteps
To the sparkling sands of her diamond deserts
While all around me a voice was sounding
Saying this land was made for you and me.

When the sun came shining, and I was strolling
And the wheat fields waving and the dust clouds rolling
A voice was chanting, As the fog was lifting,
This land was made for you and me.

This land is your land, this land is my land
From California to the New York Island
From the Redwood Forest to the Gulf Stream waters
This land was made for you and me.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Cadenas de favores

La ópera es como el fútbol. Estás clavado en el asiento durante largo tiempo, aguantando medio dormido las idas y venidas de balones y cantantes adictos a los carbohidratos por el escenario hasta que de pronto, en medio del sopor, surge un breve momento de magia. Pero sólo a veces. Lo normal es que lo único que surja es el tedio.


Y dicho esto, hablemos de magia. De la de Mozart, por ejemplo. Como solía huir de la ópera como alma que lleva el diablo, no conocía hasta hace unos años esta famosa escena (o duettino) de Las bodas de Figaro. Y ¿cómo la descubrí? Gracias a las cadenas de favores. Un día me puse a ver una película, y allí, en medio de la historia, el protagonista pone un disco por los altavoces de la cárcel para llenar a lo presos y la pantalla de un fulgor indescriptible y ligero.



Es lo que pasa con las cadenas de favores. Una obra maestra, como Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) nos descubre otra. O un libro de Pennac nos habla de Carlo Emilio Gadda y meses después caemos rendidos con Quer pasticciaccio brutto de via Merulana.


Ya he comentado como, gracias a Bill Bryson, he descubierto escritores como Will Ferguson o W.E. Bowman. A veces han sido personas de carne y hueso las que, con un comentario hecho de pasada, nos han abierto puertas de mundos maravillosos (todavía recuerdo la frase que me abrió hace tiempo la trilogía de Corfú, de Gerald Durrell). A lo máximo que puede aspirar un blog de este tipo es a continuar esas cadenas. Para que no terminen nunca.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Películas - The Quiet Man (1952)


Hay dos películas de John Ford que ocupan un lugar destacado en mi vitrina de películas más- importantes-de-la-historia-del-cine (comprobado: escribir con guiones entre las palabras no sólo es cursi, además es cansado)

Una es Centauros del desierto (The Searchers), la mejor película del oeste del mejor director de películas del oeste que en la historia ha habido.

La otra es El hombre tranquilo (The Quiet Man). La película consigue varias cosas en principio imposibles. A saber:

- Que John Wayne sea totalmente creíble en una comedia romántica.
- Que en Irlanda sólo llueva un poquito (lo justo para darle una nota de color a una escena sentimental en el cementerio).
- Que un grupo de irlandeses católicos (y un cura) vitoreen a un obispo anglicano.


Pero, por encima de todo, Ford nos cuenta una historia sencilla, sobre el retorno a las raíces, la amistad y el amor. Una historia en la que aparecen los mayores tópicos irlandeses: la cerveza y el whiskey, las canciones populares, las peleas a puñetazo limpio, el cura estricto y popular... Con todos esos elementos podría salir una película muy entretenida, pero del montón. ¿Qué es lo que hace de El hombre tranquilo algo realmente especial? Las dos cosas más importantes para que una película sea una obra maestra: sencillez y guión.


De la sencillez y de Ford no hay mucho que explicar. Él rodaba a la primera toma, con la cámara a la altura del hombro, sin alharacas ni efectos especiales. Su cine es el mejor porque no se proponía serlo.

Sobre el guión, tampoco hay mucho que explicar. Frank S. Nugent trabajó con Ford en casi todas sus mejores películas (también en The Searchers). Gracias a él, la película tiene un ritmo perfecto y frases gloriosas para el recuerdo.

Y además de todo, la banda sonora de Victor Young está repleta de melodías y canciones tradicionales que acompañan la acción sin robarle protagonismo.

Para verla una tarde de lluvia junto con Historias de Filadelfia.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Versiones - L'homme armé


En la Francia del siglo XV se hizo popular una cancioncilla que avisaba sobre los peligros que suponía la soldadesca en tiempos revueltos. La melodía era pegadiza e invitaba a levantar las copas mientras se marcaba el ritmo con los pies. El tema se convirtió en una especie de Waka, Waka renacentista. Sin embargo, la canción habría pasado al olvido de no ser por un grupo de compositores que la utilizaron para darle vidilla a las misas que les encargaban.

L'homme, l'homme, l'homme armé,
L'homme armé
L'homme armé doibt on doubter, doibt on doubter.

On a fait partout crier,
Que chascun se viengne armer
D'un haubregon de fer.


Guillaume Dufay, Josquin des Prez, Cristóbal Morales, Giovanni Pierluigi da Palestrina y compañía compusieron más de 30 misas con una estructura que incorpora la melodía del hombre armado. El problema es que, al ser obras polifónicas muy elaboradas, las notas de la canción original quedan casi totalmente enmascaradas en el resultado final.


Sin embargo, por muy difuminadas que estuvieran, el uso de canciones profanas y libidinosas llegó a mosquear tanto a la Iglesia que terminaron prohibiéndolas en cualquier tipo de obra sacra. Afortunadamente, para entonces la melodía de L'homme armé ya se había asegurado una vida propia por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Versiones - Shambala

Existen cosas en las que todos los que aman, odian, adoran, critican, fustigan o veneran Lost están de acuerdo en que molan. Los abdominales de Sawyer, el bikini de Kate, la calva de Locke son algunas de ellas. Pero quizás la mejor de todas sea la música. La selección de canciones que la serie ha ido utilizando para ambientar las aventuras de los chicos perdidos es magnífica. En un episodio de la tercera temporada descubrí una canción pegadiza y con una letra muy ad hoc: Shambala.


Wash away my troubles, wash away my pain
With the rain in Shambala
Wash away my sorrow, wash away my shame
With the rain in Shambala

Everyone is helpful, everyone is kind
On the road to Shambala
Everyone is lucky, everyone is so kind
On the road to Shambala

How does your light shine, in the halls of Shambala
How does your light shine, in the halls of Shambala

I can tell my sister by the flowers in her eyes
On the road to Shambala
I can tell my brother by the flowers in his eyes
On the road to Shambala


Daniel Moore compuso este himno setentero de paz y amor, margaritas en el pelo y buenas vibraciones. Todavía quedaban dos años de pesadilla en Vietnam, y la juventud americana buscaba paraísos más o menos artificiales en la mística oriental. Three Dog Night supo darle el tono de redención personal, mezcla de rabia y esperanza, que el tema requería.

Dos décadas más tarde, el panorama había cambiado radicalmente, y las flores habían dejado paso a los yuppies. En esa época, Rockapella, haciendo honor a su nombre, cantaba temas conocidos haciendo gorgoritos (tipo Bobby McFerrin). Su versión de Shambala es demasiado limpia, sana y políticamente correcta. Faltan los problemas, el dolor, la pena y la vergüenza (la propia, porque viendo el video sobra la ajena).
 

viernes, 10 de diciembre de 2010

Tom Sharpe

En el mundo civilizado, los libros de humor son una cosa muy seria. Aunque, visto desde aquí, cueste creerlo. En España, cuando las librerías reservan un estante para el género, suelen llenarlo con recopilaciones de programas más o menos de broma (El club de la comedia, Gomaespuma, Buenafuente, La hora Chanante y similares) o con tomos que reúnen los mejores chistes de Lepe. Y no digo que estén mal, sobre todo los de Lepe. Pero lo cierto es que la comedia, en la literatura hispánica reciente, adolece de una cierta precariedad. Y eso que, en el Siglo de Oro, nuestros dramaturgos sabían cómo sacar una sonrisa de los espectadores. Luego vino el tío Paco con las rebajas.



Y es que la Comedia, con mayúsculas, es algo más que chistes. Mucho más: ironía, juegos con las palabras, situaciones absurdas… En fin, todo lo que define una película del género. Algunos autores patrios se adentran en sus procelosas aguas, desde Eduardo Mendoza a Elvira Lindo, pasando por Pepe Colubi o Pablo Tusset. Sin embargo, son esfuerzos aislados.

Para encontrar un corpus comicus en condiciones tenemos que viajar hasta las islas británicas. Allí, cultivan el arte de lograr una sonrisa leyendo. O una carcajada. Y, los que lo hacen, suelen pertenecer a dos grandes escuelas: la de la fina ironía y la del humor más basto.

Entre los primeros yo destacaría a Wodehouse, del que ya he hablado en otra ocasión. Esta escuela utiliza un humor basado, sobre todo, en el lenguaje y en las situaciones de enredo argumental. El resultado es elegante y divertido.


Los seguidores de la segunda escuela en el Reino Unido son legión (con Benny Hill a la cabeza). Su humor escatológico y verde a veces parece un poco infantil, muy cercano a los chistes de Jaimito. Sin embargo, hay escritores que lo han sabido dosificar con tramas y personajes realmente conseguidos. Tom Sharpe destaca entre ellos.


Su saga más famosa es la de Wilt. Me gustaron los dos primeros (Wilt y The Wilt Alternative), pero Sharpe exprime demasiado al personaje en los siguientes. En cualquier caso, la serie refleja perfectamente la marca de la casa: situaciones equivocas surgidas por la falta de comunicación de los protagonistas. Es decir, un personaje habla sobre el asunto A, mientras que otro personaje cree que en realidad se está hablando sobre B. Y de ahí, surgen momentos de confusión increíble.


Del resto de sus novelas, también me divirtieron mucho Blott On the Landscape y Porterhouse Blue. En ellas se burla de algunas de las tradiciones más típicamente británicas: su amor por el campo y los colleges universitarios.


Sin embargo, mis preferidas son Vintage Stuff y sus dos primeras novelas: Riotous Assembly y Indecent Exposure. La primera es una parodia sobre los libros clásicos de aventuras juveniles (tipo John Buchan). La historia nos traslada desde el recinto de un colegio privado inglés hasta un pequeño chateau francés. Y sus protagonistas son de lo mejorcito de Sharpe.


En cuanto a las dos primeras novelas, se salen un poco del resto. Para empezar están ambientas en una pequeña ciudad de la Sudáfrica del Apartheid. Tom Sharpe aguantó durante diez años viviendo allí, antes de que el gobierno de Pretoria le deportara. Su venganza fue terrible: dos pequeños libros en los que se burla sin piedad de los afrikaaner. Una pena que no siguiera contándonos más aventuras del Kommandant van Heerden, del Luitenant Verkramp y, sobre todo, del Konstabel Els.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Versiones - Tu vuò fà l’americano

A mediados de los años cincuenta, Europa vivía fascinada por el brillo de Estados Unidos. La moda, la música, las películas, la coca cola... Todo lo que era cool venía de América, el país de la Cucaña.


Cuatro años después de que Berlanga resumiera el espíritu de esa época en Bienvenido, Mister Marshall, Renato Carosone cantaba sus consecuencias. Todos se fingían americanos para estar a la última.


Siendo napolitanos tanto Carosone (músico) como Nicola Salerno (letrista), la canción utilizaba el lenguaje que habían aprendido de pequeños en las calles de Napoli. Tu vuò fà l’americano se convirtió rápidamente en uno de los mayores éxitos de Carosone. Ha sonado como fondo en muchas películas y ha sido cantada por casi todos en Italia.

La combinación de una melodía pegadiza y una letra satírica sobre América no podía quedarse olvidada en discos recopilatorios de las mejores canciones italianas. En los últimos años ha caído en manos de raperos, se le ha aplicado ritmos de ska, sintetizadores, o se ha traducido y adaptado la letra… Hasta se ha reconvertido en canción de verano con la versión sampleada de Yolanda Be Cool.


Estoy seguro de que Renato y Nisa seguirían disfrutando con estas nuevas versiones. Pero para mí, la suya sigue siendo la mejor.

Puorte o’ calzone cu ‘nu stemma arreto
‘na cuppulella cu ‘a visiera alzata.
Passe scampanianno pe’ Tuleto
camme a ‘nu guappo pe’ te fa guardà!

Tu vuò fa l’ americano!
mmericano! mmericano
siente a me, chi t’ ho fa fa?
tu vuoi vivere alla moda
ma se bevi whisky and soda
po’ te sente ‘e disturbà.

Tu abballe ‘o roccorol
tu giochi al basebal ‘
ma ‘e solde pe’ Camel
chi te li dà? …
La borsetta di mammà!

Tu vuò fa l’ americano
mmericano! mmericano!
ma si nato in Italy!
siente a mme
non ce sta’ niente a ffa
o kay, napolitan!
Tu vuò fa l’ american!
Tu vuò fa l’ american!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Amin Maalouf

Durante mucho tiempo estuve oyendo alabanzas de León, el africano. La novela se había convertido en lo que yo llamo Bestseller discretos. Libros que todo el mundo lee en el metro, o que te recomiendan tus amigos, pero que no provocan las alharacas mediáticas de El código Da Vinci, La sombra del viento o Los pilares de la Tierra. Según esa peculiar clasificación, Bestseller discretos serían también The Curious Incident of the Dog in the Night-time o l'Élégance du hérisson. Todos suelen ser muy recomendables, pero, no sé por qué, a mi León, el africano no terminaba de llamarme la atención.



Sin embargo, años más tarde, mi afición por la historia me llevó a cruzarme con su autor. Las cruzadas vistas por los árabes es un análisis riguroso y documentado de lo que promete su título. Y se lee como si fuera una novela. Así que decidí seguir leyendo cosas de Amin Maalouf.



Samarcande me enganchó totalmente y me descubrió la vida y la obra de un poeta al que no conocía, Omar Jayyam (afortunadamente el pozo de mi ignorancia no tenía fondo, ni se le espera todavía). Les Jardins de lumière destrozó para siempre la forma en la que había usado hasta entonces el adjetivo maniqueo. Le Rocher de Tanios me llevó a una época y un lugar difíciles de entender (el Libano es lo que tiene).


Y, al final, llegué al principio de todo, Léon, el africano. Quizás no sea el mejor libro de Maalouf. O al menos a mi me gustaron más Samarcande y Les Jardins de lumière. Pero engancha desde el primer capítulo, y es difícil parar de leerlo.


Me esperan todavía sus últimas obras: Les Échelles du Levant y Le Périple de Baldassare. Siguen durmiendo en la estantería a la espera del momento propicio. Disfrutemos ahora de lo que hacemos, como haría Jayyam y no nos obsesionemos con terminar las cosas rápidamente, como nos recomendaria Mani. Ya llegará la hora también para esos libros. A su debido tiempo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Versiones - Pump Up the Jam

Musicalmente hablando, los años ochenta se ven mejor desde la distancia. Cuanta más, mejor. Uno de los últimos ritmillos discotequeros de la década lo perpetró el grupo Technotronic. Hay que ver el video para darse cuenta por lo que hemos pasado. Ya sabéis, por eso de que aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo, Santayana dixit.



Versiones de Pump Up the Jam ha habido muchas, pero todas supuraban espíritu disco. Sin embargo, en otra galaxia muy lejana (espacio temporalmente hablando) un grupo que venera la memoria del genial Django Reinhardt decidió darle otra oportunidad al tema. Los tres francocadienses de The Lost Fingers (por eso pronuncian un poco raro) pasan la mermelada por la turmix del gypsy jazz. El resultado es mucho más apto para el consumo humano. A disfrutarla.

Pump up the jam, Pump it up
While your feet are stompin’
And the jam is pumpin’
Look at here the crowd is jumpin’

Pump it up a little more
Get the party going on the dance floor
Seek us that’s where the party’s at
And you’ll find out if you’re too bad

Ooh, ayyyh, a place to stay
Get your boody on the floor tonight
Make my day

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Comida para la Bestia

Hay libros que están escritos para ser devorados. Calorías que se absorben rápidamente sin dejar recuerdo, como si fueran golosinas. A lo largo de la historia, este tipo de literatura ha recibido muchos nombres, desde los libros de caballerías y las hojas del cordel hasta los Best Sellers. Yo los llamo comida para la Bestia. Esa que todos llevamos dentro y que, sobre todo en verano, nos pide fast food escrito.


Creo que con estos libros pasa como con las hamburguesas, el problema no es comerlos, el problema es alimentarse exclusivamente de ellos. Y ya sé que dentro de la categoría es posible encontrar manjares exquisitos (El nombre de la rosa también fue un Best Seller). Pero esa es otra historia.

La comida para la bestia más genuina suele discurrir por géneros muy trillados. Algunos han ido cambiando según la época. Donde antes se llevaba la novela del Oeste, ahora se lleva la de mundos fantásticos. Otros siguen siendo los mismos: ciencia ficción, policiaco, intriga, terror, romántico… Y de tanto transitar por ellos, estos géneros han terminado estigmatizados para espíritus sensibles a la Harold Bloom.

Como afortunadamente pocos lectores son tan cretinos como para desechar la comida para la bestia en bloque, cada uno tiene sus favoritos. Y hay miles y miles, de autores y de libros. Dos de los que siempre recomiendo son The Relic y Ender’s Game. Son ya viejillos, pero merecen la pena.


En The Relic, el duo formado por Douglas Preston y Lincoln Child hacen un ejercicio perfecto en definir las características del Best Seller: intriga, terror, aventura, situaciones extremas (los famosos cliff-hanging), personajes de una pieza (a veces de menos)… En resumen, perfecto para el verano. O para pasar las tardes de invierno al calor del sofá.


Ender’s Game juega en otra liga. Es comida para la bestia y es ciencia ficción. Pero también es mucho más que eso. Orson Scott Card nos ofrece una idea muy original y un desarrollo de la historia que lo convierte en uno de los grandes del género.


Algunos de mis autores favoritos de comida para la bestia son: John Buchan, Sapper, Alistair MacLean, James Rollins, Stephen Hunter o Lee Child. Unos mejores, otros no tanto. Todos para ser devorados como si tuviéramos doce años y estuviéramos en el cine con una bolsa enorme de palomitas.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Versiones - Across the Universe

De la fase trascendental de The Beatles nos quedaron muchas cosas buenas. Una de ellas es esta canción, en la que las palabras y la melodía fluyen como un mantra.


Desde los setenta, muchos ha han querido cantarle al mundo su versión de Across the Universe. Buen rollito y todo eso. Roger Waters, Cyndi Lauper, David Bowie o Rufus Wainwright ponían cara de concentración mental y recitaban el famoso "Jai guru deva om".


Sin embargo yo me quedaría con la etérea Fiona Apple. Su versión sirvió para promocionar una película tan interesante como la canción: Pleasentville (con un estupendo Tobey Maguire, tan bueno como en Wonder Boys). A disfrutarla.

Words are flowing out like endless rain into a paper cup,
They slither while they pass they slip away across the universe.
Pools of sorrow, waves of joy are drifting through my open mind,
Possessing and caressing me.

Jai guru deva om.
Nothing's gonna change my world.

Images of broken light which dance before me like a million eyes,
and call me on and on across the universe.
Thoughts meander like a restless wind inside a letter box,
They stumble blindly as they make their way across the universe.

Jai guru deva om.
Nothing's gonna change my world.

Sounds of laughter shades of love are ringing through my open mind,
Inciting and inviting me.
Limitless undying love which shines around me like a million suns,
It calls me on and on across the universe.

Jai guru deva om.
Nothing's gonna change my world.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Daniel Pennac

En las listas de libros más vendidos en todo el mundo siempre suelen aparecer los mismos autores: Dan Brown, Ken Follet, Stieg Larsson, John Grisham… Sólo de vez en cuando se mete entre los cinco más vendidos un escritor propio del país, por aquello del toque folklórico. En estos tiempos de marketing global pasa lo mismo en todos los países. ¿En todos? No. Todavía hay un pequeño reducto que lucha contra el invasor. Francia sigue siendo un lugar aparte en eso de la cultura. Por algo los galos inventaron la palabra chovinismo. Sus listas de Meilleures Ventes siempre se encuentran repletas de compatriotas.



Y es en este mundo aparte, en el que proliferan autores asombrosos. Como Daniel Pennac. Mal alumno, mejor profesor y escritor excelente. Su saga de los Malaussène es su obra más conocida. A lo largo de seis libros, Pennac nos cuenta con mucho humor las increíbles aventuras de una familia todavía más increíble. Para leérselos todos uno detrás de otro: Au bonheur des ogres, La Fée carabine, La Petite Marchande de prose, Monsieur Malaussène, Des chrétiens et des Maures, Aux fruits de la passion.


También me gustó mucho Comme un roman, una reflexión apasionada sobre el arte de leer. De él recuerdo, sobre todo, su declaración de derechos del lector (con más razón que un santo):


          1. Le droit de ne pas lire.
          2. Le droit de sauter des pages.
          3. Le droit de ne pas finir un livre.
          4. Le droit de relire.
          5. Le droit de lire n'importe quoi.
          6. Le droit au bovarysme, à la satisfaction immédiate et exclusive de nos sensations.
          7. Le droit de lire n'importe où.
          8. Le droit de grappiller.
          9. Le droit de lire à haute voix.
          10. Le droit de nous taire.


Le Dictateur et le hamac, Chagrin d'école y L'Œil du loup no me terminaron de enganchar. El primero no pasó el corte de las 50 primeras páginas y ejercí con él mi derecho número tres. Al segundo tan sólo le di un vistazo. Sigue esperando un momento propicio en la estantería. El tercero es uno de los libros que ha escrito para público más joven. Debo estar haciéndome viejo.


De todos sus libros, sin embargo, yo me quedaría con Merci. Una pequeña obra de teatro-monólogo, en la que el protagonista da el mejor discurso de agradecimiento de la historia por el premio que acaba de recibir. Y ya puestos, lo recomendaría en su versión audiolibro, leída por Claude Piéplu.


De hecho Daniel Pennac es uno de los mayores defensores de los libros leídos. Alguna vez ha contado cómo su mujer y él se turnan para leer libros en voz alta en el coche mientras el otro va conduciendo (supongo que tendrán que recurrir a eso por la falta de audiolibros de la que ya he hablado en otra ocasión). En este caso podemos disfrutarlo doblemente. Por el texto en si y por la rareza de que exista el audiolibro.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lost in Translation

Decía Umberto Eco que traducir es decir casi lo mismo. A veces es más fácil, y casi desaparece el casi, a veces no tanto. No es lo mismo traducir “el cielo es azul” que un chiste de Chiquito de la Calzada. Y en ocasiones, no hay peor ayuda que un diccionario (o el traductor del Google). Taduttore, traditore y todo eso.


En mis múltiples horas de intenso trabajo navegando por Internet he ido reuniendo muestras de que lo más difícil de traducir no son las poesías con rima en ado, ni los textos medievales. Lo peor suele ser la comida. Y es que hay cosas con las que no se juega. Los siguientes son ejemplos reales sacados de menús de restaurantes supuestamente bilingües. Mi favorita es la última. Y la solución al enigma, en los comentarios.

- Attacked of vegetables
- Bread, water and it came
- Tomato salad with nice
- Handle shake
- I collide to the iron
- Menu with housekeeper
- You toast
- Bread of you happen
- You live with ham

lunes, 22 de noviembre de 2010

Versiones - Sweet Home Alabama

Un himno al espíritu del Sur, compuesto a pachas por tres de los componentes del grupo Lynyrd Skynyrd (ninguno de los cuales, por cierto, había nacido en Alabama). La canción, en la que se reivindica la imagen palurdo-conservadora de los Good Ole' Boys, se convirtió en un gran éxito allá por 1974, aunque no hubo muchos negros que la fueran silbando por la calle. Y aun sigue sonando.

Muchos han grabado desde entonces su versión de la canción. Hasta Calamaro ha cantado Sweet Home Buenos Aires (sin aportarle nada nuevo, por cierto). Pero la versión que de verdad la redimiría de su tufillo xenófobo y carca llegó hace ya tiempo. A mediado de los ochenta, Siniestro Total hizo de Miña terra galega todo un himno de la morriña. Todavía hoy merece ser cantada en medio de alalás.

A una isla del Caribe
he tenido que emigrar
y trabajar de camarero
lejos, lejos de mi hogar.

Me invade la morriña
el dolor de Breogán;
cuando suena la muiñeira
el llanto empieza a brotar.

Miña terra galega
donde el cielo es siempre gris
Miña terra galega
es duro estar lejos de tí.

Donde se quejan los pinos
y se escuchan alalás
donde la lluvia es arte
y Dios se echó a descansar.

Las zanfoñás de Ortigueira
los kafkianos de Jaján
la liga armada galega
y el pazo de Meirás.


jueves, 18 de noviembre de 2010

Escritoras

Si el arte refleja la sociedad que lo crea, lo cierto es que todavía seguimos siendo bastante machistas. No hay muchas pintoras, ni escultoras, ni arquitectas, ni músicas de renombre. No hay muchas escritoras tampoco. Aunque parece que la cosa va mejorando, todavía la mayor parte de las mujeres que se dedican a ganarse la vida escribiendo lo hacen en dos géneros: libros infantiles y policíacos (en todas sus variantes). Tres si tenemos en cuenta el género “chic”. Pero escritoras sin adjetivo, todavía hay pocas.

Y el caso es que les debo mi afición a los libros a dos damas, una inglesa y la otra finlandesa (¿o se dice finesa?).


De Enid Blyton poco se puede decir que no sepa quién tenga más de 30 años. Todos hemos disfrutado con sus series, todos tenemos nuestra favorita (la mía es Torres de Malory, aunque mi libro preferido sea El secreto de la isla). A todos nos ha parecido curiosas las peculiares costumbres alimenticias de los ingleses: pasteles de riñones (un oxímoron para cualquiera en su sano juicio), cerveza de jengibre y cosas por el estilo. Y los festines de media noche.


En su momento, Blyton fue vilipendiada por la crítica. Lo que dice mucho de la crítica, que ahora la toma con JK Rowling. Pero lo cierto es que la autora inglesa está en el corazón de todos los que hemos compartido con ellas muchas tardes (y noches con linternas debajo de las sábanas). Y lo mejor es que su fórmula sigue funcionando con las nuevas generaciones.


A Tove Jansson no la conoce tanta gente fuera de los países escandinavos. Pero todavía recuerdo el día que cogí un libro suyo del bibliobús que paraba los jueves delante de mi colegio. La familia Mumín me cautivó (ya, ya, es una palabra un poco cursi, pero es la que mejor refleja mi relación con el libro). Y cautivo y desarmado me leí y releí las historias de Mumín, Esnorquita y Mauricio cienes y cienes de veces (bueno, a lo mejor sólo fueron quince, pero ya le vale).


Luego vinieron La familia Mumin en invierno, Memorias de Papá Mumin, La llegada del cometa, Una noche de San Juan bastante loca y La niña invisible. Todos tenían el mismo tipo de humor surrealista y aventuras extrañas que me habían gustado de ella. Sin embargo, sus libros son más infantiles que los de Enid Blyton, por lo que al cabo de unos años los fui dejando de lado. Me esperaban Stevenson, London, Kipling y compañía. Muchos años más tarde volví a recordarla con El libro del verano. Un libro adulto y delicioso con toques autobiográficos.

Ahora escritoras como JK Rowling o Cornelia Funke han tomado el testigo de Blyton y Jansson. Están forjando nuevas hornadas de devoradores de papel. Y los críticos siguen ladrando. Señal de que cabalgan. Y al galope tendido.

martes, 16 de noviembre de 2010

Memorable Movie Quotes

Las listas nos fascinan. Montones de libros, revistas o webs las utilizan para cebar sus anzuelos. Y, como ingenuos pececillos, allá que vamos todos. Y yo, el primero. Así que ha llegado el momento de poner aquí algo de carnaza también. Un lista de algunas de las frases más famosas en el mundo del cine. No están todas las que son, pero si son todas las que están. Comienza el juego…


I've a feeling we're not in Kansas anymore.
Me Tarzan, you Jane.
Go ahead, make my day.
I'm gonna make him an offer he can't refuse.
May the Force be with you!
Play it, Sam.
You talking to me?
Why so serious?
Hello. My Name Is Iñigo Montoya. You Killed My Father. Prepare to Die.
I am your father.
Frankly, my dear, I don't give a damn.
... and two hard boiled eggs.
I see dead people.
As you wish.
I'm not bad, I'm just drawn that way.
My precious.
To infinity and beyond.
My name is Bond... James Bond.
Hasta la vista, Baby.
I love the smell of napalm in the morning.
I scream, you scream, We all scream for ice cream!
We're on a mission from God.
Yippee-ki-yay motherfucker!
Well, nobody's perfect.
We will always have Paris.
Beam me up, Scotty!
You know how to whistle, don't you, Steve? You just put your lips together...and blow.
My Mama always said, 'Life was like a box of chocolates'.
Made it, Ma! Top of the world!
Do you like movies about gladiators?
When the legend becomes fact, print the legend.
"The party of the first part..." is hereinafter called: "the party of the first part..."
The stuff that dreams are made of.
Wax on, wax off.
Phone…home…
The Horror. . . The Horror.
I’ll be right back.
As God is my witness, I'll never be hungry again.
Lie to me. Tell me you still love me.
It's alive! It's alive!
I think this is the beginning of a beautiful friendship.
Let's go home, Debbie.
Love means never having to say you're sorry.
It's not personal, it's strictly business.
Houston, we have a problem.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Versiones - The Anacreontic Song

Carpe Diem. Muchos han sido los poetas que se han dado cuenta de una gran verdad: la vida es corta, así que merece la pena disfrutar del amor y del vino ya mismo y dejarse de tonterías. Omar Jayyam, por ejemplo, no paró de hacer apología de la farra. Y Anacreonte, un poeta que vivió hace 2.500, también se hizo famoso en Grecia por sus cantos a la vida. De hecho, Anacreonte se convirtió en emblema de un pequeño club de caballeros londinenses llamado, precisamente, The Anacreontic Society. Su objetivo: disfrutar de la bebida y de la buena música allá por el siglo XVIII.


A los pocos años de la fundación del club, John Stafford Smith puso música a un pequeño poema escrito por Ralph Tomlinson, que había sido presidente de la sociedad, y así nació The Anacreontic Song. La canción se convirtió en un verdadero éxito entre los visitantes asiduos de las tabernas a los dos lados del Atlántico. Una especie de Asturias, patria querida en versión inglesa.

To Anacreon in Heav'n where he sat in full Glee,
A few Sons of Harmony sent a Petition,
That He their Inspirer and Patron wou'd be,
when this Answer arriv'd from the Jolly Old Grecian.

"Voice Fiddle and Flute no longer be mute
I'll lend you my Name and inspire you to boot
And besides I'll instruct you like me to Intwine
The Myrtle of Venus with Bacchus's Vine


A pesar de su éxito, esta cancioncilla no habría llegado hasta nuestros días si no hubiera sido por una versión posterior que la hizo mucho más famosa. Y eso que ya no requería una jarra de ale en la mano para ser cantada. En septiembre de 1.814, Francis Scott Key le puso una nueva letra a la melodía. El resto es historia.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El otro periodismo

Aunque parezca mentira, hay tipos de periodismo que discurren por rutas poco transitadas, honrando la profesión. Si, si. No sólo existen reproductores de notas de prensa y vendedores de alfombras. No todo es autobombo de grupos mediáticos con intereses en todo: cine, música, política, editoriales…

Hay periodistas que salen a buscar la vida y tratan de llevarnos hasta nuestras casas una realidad de la que no sabemos nada. Por incómoda o por lejana. Gente como Günter Wallraff o como Ryszard Kapuściński.


Günter Wallraff se ha hecho famoso por su forma de trabajar: se introduce en un grupo determinado de personas como uno más, y luego cuenta su historia. Con rigor y respeto. Sobre todo, con respeto. De esta forma a lo largo de su larga vida se ha hecho pasar por mendigo, alcohólico, teleoperador, trabajador en mil y una fábricas diferentes, periodista, turco en Alemania, iraní en Japón, negro…

Sus reportajes nos presentan siempre una realidad de la que nada sabemos, o nada queremos saber, aunque se encuentre a la vuelta de la esquina. Una realidad que margina al débil, al extranjero, al analfabeto, al enfermo. Una realidad que, por otra parte, es más fácil de cambiar de lo que creemos. Tan sólo basta con que se conozca, con que deje de quedar oculta bajo la alfombra para que empiece a resolverse. O al menos para que se haga algo.


Aunque, en mi opinión, su mejor trabajo es Cabeza de turco, merece la pena echarle un vistazo a su último libro en español. En Con los perdedores del mejor de los mundos, Wallraff vuelve a las andadas. La Alemania, la Europa, actual sigue teniendo su lado oscuro. Y hace falta conocerlo.


Ryszard Kapuściński murió hace tres años, pero nos ha dejado una obra en la que el periodismo y la literatura se dan la mano de una forma excepcional. Al contrario que en el llamado Nuevo periodismo, lo que nos cuenta no es literatura por la forma. Lo es por el fondo. Porque lo que revivimos a lo largo de sus libros es lo que él vio con sus propios ojos. El miedo, la angustia, la alegría, la decepción o la esperanza que narra le rodearon durante todo el tiempo.


Sus libros son todos muy recomendables. Los más famosos quizás sean El Emperador y El Sha o la desmesura del poder. El primero narra su estancia en la Etiopía de Haile Selassie. El segundo nos descubre el Irán y la persona del Sha Mohamed Reza Pahlevi.


A mi me gustaron más Ébano, en donde recoge sus impresiones sobre varios países africanos por los que pasó, o Viajes con Herodoto, todavía más autobiográfico y en el que reflexiona sobre la forma de contar las cosas que tenía el griego y el periodismo actual.


La guerra del fútbol (más sobre África y reportajes sobre Centroamérica, como el que da título al libro), Los cínicos no sirven para este oficio (reflexiones sobre el periodismo a través de varias entrevistas) o La jungla polaca (con reportajes de sus años mozos) son interesantes, pero me gustaron menos.


Finalmente, mis preferidos son: El Imperio y Un día más con vida. El primero nos lleva a través de la historia de la Unión Soviética, desde sus recuerdos de infancia, con una Polonia hambrienta, hasta sus viajes por la URSS cuando ya era un periodista hecho y derecho. El segundo nos relata sus experiencias en Angola en 1975, cuando la retirada de los portugueses dio origen a una guerra para hacerse con el poder del nuevo país. Lo mejor que se podía esperar en aquellos días era terminar la jornada haciendo honor al título del libro.

En definitiva lo que une a estos dos periodistas es que, tanto para Kapuściński como para Wallraff, sólo cuenta lo que se vive en primera persona. Lo demás, es corta y pega.

Por cierto, todos los libros están editados en España por Anagrama. No me pagan nada por hacerles publicidad. Pero el que una editorial tenga en sus fondos tantos libros interesantes no es casualidad, y merece hacerles justicia.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Versiones - Where Did Our Love Go


Lamont Dozier y los hermanos Brian y Edward Holland fueron los creadores de la mayor parte de las canciones que forjaron el sonido Motown. Durante el verano de 1964, una de sus creaciones lanzó a la fama a un grupo que se haría un hueco por derecho propio en la música estadounidense: The Supremes. La canción era Where Did Our Love Go.


El éxito que alcanzó el tema hizo que se produjeran muchas versiones. Incluso The Supremes llegaron a grabar la canción en alemán. Sin embargo, todas eran clones de la versión original. Hasta que, en los 80, la canción se modernizó con los sintetizadores del grupo británico Soft Cell. Su versión de Tainted Love, otra canción de los 60, se fundía lentamente con el éxito de The Supremes. El resultado es, cuando menos, original.



Baby, baby
Baby don't leave me
Ooh, please don't leave me
All by myself

I've got this yearning, burning
Yearning feelin' inside me
Ooh, deep inside me
And it hurts so bad

You came into my heart
So tenderly
With a burning love
That stings like a bee

Now that I surrender
So helplessly
You now wanna leave
Ooh, you wanna leave me

Ooh, baby, baby
Where did our love go?
Ooh, don't you want me
Don't you want me no more

Ooh, baby
Baby, baby
Where did our love go
And all your promisses
Of a love forever more

I've got this yearning, burning
Yearning feelin' inside me
Ooh, deep inside me
And it hurts so bad

Before you won my heart
You were a perfect guy
But now that you got me
You wanna leave me behind
Baby, baby, ooh baby

Baby, baby don't leave me
Ooh, please don't leave me
All by myself

Ooh, baby, baby
Where did our love go?

La canción no sido nunca abandona del todo. Grupos de todo tipo, desde The Pussycat Dolls hasta The Twister's, pasando por las mismísimas Spice Girls han tratado de dejar su huella en el panorama musical con este tema. El resultado deja bien claro que Diana Ross, Florence Ballard y Mary Wilson jugaban en otra liga.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Apología del cuentacuentos

Los primeros libros fueron contados en voz alta de generación en generación hasta que alguien decidió ponerlos por escrito. A lo niños también les fascina que les contemos cuentos, incluso cuando ya saben leer y podrían buscarlos por si mismos. Sin embargo, al crecer, las sociedades y las personas parece que vamos olvidando la fascinación que ejercen sobre nosotros los narradores de historias.


Y lo bueno es que los cuentacuentos han vuelto. No sólo los de carne y hueso que llenan las bibliotecas, escuelas o salones municipales los fines de semana. No, me refiero a los audiolibros. Pocos placeres hay tan sencillos y mágicos como el que alguien nos lea un libro como cuando éramos pequeños.

En el coche, en el autobús o el tren que nos lleva al trabajo, mientras paseamos al perro, cuando corremos, durante las esperas en el aeropuerto… A pesar de que el trabajo y la familia nos “comen” muchas horas de vida, todavía tenemos tiempos muertos que pueden ser llenados con las historias que más nos gustan. O al menos, lo puedes hacer si eres inglés o alemán. Si eres español, francés, italiano o portugués la cosa está más cruda.

Supongo que la razón tendrá que ver con el tamaño del mercado, pero lo cierto es que de los países europeos que conozco (no sé que pasará en el norte, ni en el este, ni en Japón o China) sólo el mercado inglés tiene una oferta en condiciones. De hecho, en Estados Unidos se publican a la vez casi todas las novelas en los cuatro formatos: hardcover, paperback, e-book y audiobook. En España tenemos el Quijote, algunos libros de autoayuda y poco más. En Italia y Portugal, lo mismo. En Francia hay algo más, pero siguen siendo tuertos con dioptrías. Sólo en Alemania se publican suficientes audiolibros como para poder decir que la oferta te permite elegir.

Cuando todo el mundo lleva un aparato que reproduce ficheros de audio en el bolsillo, tienen que existir razones de peso para que las editoriales no cubran ese hueco. O eso o la ineptitud de los responsables de esas editoriales supera la de las grandes empresas de otros sectores. Algo difícil de creer, el listón está muy alto.