viernes, 29 de noviembre de 2013

Cycle de l'Invisible 2



Las tres últimas obras del ciclo también se leen en un suspiro. Son relatos muy breves, pero que no deben engañarnos por su extensión. En ellas Éric-Emmanuel Schmitt sigue contando historias en las que, como diría aquel, lo esencial es invisible a los ojos.

La cuarta obra está ambientada en Bélgica bajo la ocupación nazi. Un niño judío encuentra asilo en un orfanato bajo la protección de un sacerdote que se convertirá en un verdadero Noé salvador de “especies” en peligro.

Si con la Dame rose Schmitt conseguía hablarnos de un niño con cáncer terminal y no caer en tópicos lacrimógenos (más bien, todo lo contrario), en L'Enfant de Noé se adentra por otro terreno minado. Y sale vivo y coleando. Ya sólo le falta escribir algo sobre la guerra civil española para alcanzar el grado de Gran Maestro.

Con Le Sumo qui ne pouvait pas grossir Éric-Emmanuel Schmitt cambia de registro y se traslada al Japón actual. Es quizás su obra más floja, ya que ni consigue crear un ambiente creíble ni la parte místico-religiosa tiene la fuerza del resto. Pero es amena. Y corta.

El último capítulo de la saga hasta el momento se centra en las enseñanzas de Confucio, trasmitidas por la responsable de los servicios de un hotel en una ciudad de sur de la China moderna. Les Dix Enfants que madame Ming n'a jamais eus tampoco es su mejor historia, pero no sólo mantiene el interés hasta el final, además consigue que queramos ojear las obras y aforismos del filósofo chino.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cycle de l'Invisible 1



No conocía de nada a Éric-Emmanuel Schmitt, aunque me sonaba una de sus obras más famosas: Monsieur Ibrahim et les Fleurs du Coran. Sabía que había una película con ese nombre protagonizada por Omar Sharif. Pero ni la había visto, ni sabía que estaba basada en una obra de teatro.

Hasta que un día, en alguna web vi el libro y me lo descargué. Así fue como descubrí a este escritor con un nombre muy francés y un apellido muy poco galo. Y lo cierto es que me gustó tanto la obra que he buceado para hacerme con toda su saga dedicada a lo invisible.

A lo largo de seis pequeñas piezas de teatro (por ahora), Éric-Emmanuel Schmitt indaga en la espiritualidad, en la religión y en el misticismo que impregna nuestras vidas. Y lo hace con historias sencillas, en las que lo escatológico aparece inmerso en lo cotidiano.

En Milarepa, la primera de las obras sobre lo invisible, el autor nos habla del ciclo de la vida y de las reencarnaciones por medio de una historia en la que se mezclan presente y pasado. El elemento que permite encadenarlo todo es el odio multisecular de un tío hacía su sobrino, convertido en santón del budismo tibetano allá por el siglo XI.

El segundo título que escribió dentro del ciclo fue Monsieur Ibrahim et les Fleurs du Coran. La obra narra la historia de un niño judío y de su relación con un tendero musulmán en París. A lo largo de la obra, el señor Ibrahim se irá convirtiendo primero en mentor, y luego en padre adoptivo, del chico.

Con Oscar et la Dame rose, el escritor consigue que las cartas que le escribe a Dios un niño con cáncer terminal no sean lacrimógenas. Una historia breve llena de vida, en la que la faceta religiosa formal queda siempre en segundo plano (como en las obras anteriores).

Lo cierto es que, después de leer estas tres primeras obras de la saga, me he quedado con las ganas de seguir con el resto. Así que podemos decir eso de: continuará…