miércoles, 27 de febrero de 2013

Versiones - Tipitina


El Professor Longhair es una figura mítica de Nueva Orleans. Y esta es, quizás, la mejor tarjeta de presentación de un músico con un estilo tan maravilloso como peculiar.


Un ritmo al piano vital y divertido, con ganas de juerga. Una forma de cantar en la que las palabras se convierten en sonidos musicales. No importa su sentido. No importa ni siquiera que sean palabras. Lo que importa es que vayan bien con el momento.

No hay versión posible de Tipitina, aunque muchos se han atrevido a destrozarla. El último ha sido el doctor House. Y sólo se le puede perdonar a Hugh Laurie su versión pedestre por la honestidad con la que explica su pasión por el tema.


Por cierto, todavía hoy nadie sabe qué o quién es Tipitina. Y ahora, el tema cantado por el Professor en estudio.

lunes, 25 de febrero de 2013

Versiones - Buona sera


Dean Martin era un tipo que lo hacía todo bien. Sus películas arrasaban en taquilla. Sus shows de televisión dejaban sin audiencia el resto de programas. Sus actuaciones hicieron de Las Vegas el paraíso de los crooner. Y sus discos se vendían como rosquillas.

Era una mezcla de George Clooney y Jay Leno, pero con voz. Muy buena voz. Cuidada con el mejor bourbon. Un ejemplo puede ser esta canción, con arreglos y coros en plan glorioso.


Sin embargo, esta versión de Dean Martin es como la ciudad de Nevada. Mucho brillo y pocas nueces.

El tema fue compuesto en 1956. Carl Sigman escribió la letra y Peter DeRose la melodía. Pero el que le puso alma fue Louis Prima. La canción apareció en su segundo disco, junto con Just a Gigolo, su tema más famoso. El nombre del disco lo dice todo: The Wildest! Un huracán de alegría y pasión por la vida.


Buona Sera, signorina, buona sera
It is time to say goodnight to Napoli
Though it's hard for us to whisper, buona sera
With that old moon above the Meditteranean sea.

In the mornin' signorina we'll go walkin'
When the mountains help the sun come into sight
And by the little jewelry shop we'll stop and linger
While I buy a wedding ring for your finger.

In the meantime let me tell you that I love you
Buona sera, signorina kiss me goodnight.

viernes, 22 de febrero de 2013

Flavia de Luce


Es curioso lo que enganchan las novelas de Alan Bradley. Sobre todo si pensamos que los elementos con los que están construidas son falsos, artificiosos, increíbles y tramposos. En fin que no cuelan. La Inglaterra de los cincuenta no era así. Las niñas de once años no son así. Los crímenes y misterios que tejen sus tramas son imposibles. Y sin embargo…

Y sin embargo funcionan. Y enganchan. Mucho. El caso es que, aunque sepamos que no existe ni ha existido nunca un lugar como Bishop's Lacey, devoramos las historias de sus personajes. Y seguimos las aventuras y razonamientos de Flavia, como si fueran lo más normal del mundo.

El caso es que siempre me han gustado los escritores que sabían crear mundos propios. Mundos teóricamente reales, pero que en realidad funcionaban con sus propias reglas. Desde Wodehouse a Enid Blyton, al coger uno de sus libros sabíamos de antemano lo que nos íbamos a encontrar. Las historias eran diferentes, pero en el fondo siempre estábamos leyendo el mismo libro.

Alan Bradley nos presentó a sus personajes en The Sweetness at the Bottom of the Pie: Flavia, Ophelia, Daphne, sus padres (el coronel Haviland y la desaparecida, aunque siempre presente, Harriet), Dogger y compañía. Un pájaro muerto, un sello y un viejo compañero del pasado son los elementos que componen la intriga.

Aunque lo de menos, al final, es el misterio. Poco a poco, según avanza el libro, nos damos cuenta de es la pequeña Flavia la que realmente ha captado nuestro interés. El resto es sólo el aroma de un arenque que intenta confundir nuestro rastro.

En The Weed that Strings the Hangman's Bag, A Red Herring Without Mustard y I Am Half-Sick of Shadows, Flavia se pasea por Buckshaw y alrededores, indagando en los misterios del pasado y presente de los habitantes de Bishop's Lacey. Y tratando también de perseguir la sombra de su madre.

Con su quinto y penúltimo libro (al parecer con el próximo terminará la saga), Alan Bradley vuelve a trasportarnos hasta el mundo mágico de Bishop's Lacey. Con su iglesia parroquial, sus viejos Rolls Royce rodando por las carreteras y sus casas señoriales.

Y una vez más, Flavia tratará de resolver el misterio antes de que lo haga el inspector Hewitt. Como siempre, utilizando sus amplios conocimientos de química (sobre todo de venenos) y llevando a Gladys de un lado para otro. Un verdadero gustazo.

Sólo nos queda esperar un año para poder ponerle las manos a The Dead In Their Vaulted Arches. Ya estoy contando los días.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Versiones - Ave Maris Stella


Uno de los himnos medievales dedicados a la virgen más famosos. En él, María se convierte en heraldo de la lluvia que terminará con la sequía que asola la tierra.

Desde muy pronto, la sencilla melodía original que acompañaba al poema se fue transformando según los gustos personales de cada compositor. Los estilos de cada época mandaban adornarlo y enriquecerlo con complejos castillos musicales.

De las manos de Josquin des Prez sólo podía salir un ingenio polifónico. A mayor gloría de la Iglesia.


Sin embargo, pocos años antes Guillaume Dufay respetó la fuerza de la melodía original. El resultado es como comparar una pequeña margarita silvestre con un enorme ramo de flores, lleno de magnolias, rosas, lirios y jazmines. Yo me quedo con la margarita (y sin arrancarla siquiera).


Ave, Maris stella,
Déi mater alma,
Atque semper Virgo
Félix caeli porta

Sumens illud Ave
Gabriélis ore,
Funda nos in pace,
Mutans Evae nomen.

Solve vincla reis,
Profer lumen caecis,
Mala nostra pelle,
Bona cuncta posce.

Monstra te esse matrem,
Sumat per te preces
Qui pro nobis natus,
tulit esse tuus.

Virgo singulāris
Inter omnes mitis,
Nos culpis solutos
Mites fac et castos.

Vitam praesta puram,
iter para tutum:
ut vidéntes lesum
semper collaetémur.

Sit laus Deo Patri,
summo Christo decus,
Spiritui Sancto,
tribus honor unus. Amen.