Hay libros que desafían a los lectores. Hay libros que desafían las
traducciones. Y hay libros que desafían a todo el que se ponga por delante. Ulises, sería el ejemplo perfecto.
Gadda no es tan críptico como Joyce, pero su forma de escribir es tan
personal que hace muy difícil en muchos casos seguir el hilo de sus
pensamientos. Si a eso le añadimos un lenguaje en el que se mezclan los dialectos,
el cultismo, registros populares y palabras inventadas, el resultado es un
verdadero pasticciaccio.
Y sin embargo… Y sin embargo, el resultado puede resultar fascinante. A
mí el Ulises no me gusta. Pero su
monólogo final me parece hipnótico. De los crímenes de vía Merulana me quedo
con casi todo el libro.
Como ejemplo del lenguaje y de los problemas de traducción puede valer
la famosa escena de la gallina. En la versión original y en la traducción de Juan
Ramón Masoliver:
“Un cioccolatinone verde intorcolato
alla Borromini come i grumi di solfo coloide delle acque àlbule; e in vetta in
vetta uno scaracchietto di calce, allo stato colloidale pure isso, una crema
chiara chiara, di latte pastorizzato pallido, come già allora usava.”
“Un chocolatín chocolatón verde retortijado a lo Borromini como los
grumos de azufre coloide de las Acque Álbule; y en todo lo alto un gargajillo
de cal, en estado coloidal también, una crema más que clara, de pálida leche pasterizada,
según ya usaban entonces.”
En resumen, una caca de gallina.
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