Uno de los himnos medievales dedicados a la virgen más famosos. En él,
María se convierte en heraldo de la lluvia que terminará con la sequía que
asola la tierra.
Desde muy pronto, la sencilla melodía original que acompañaba al poema
se fue transformando según los gustos personales de cada compositor. Los
estilos de cada época mandaban adornarlo y enriquecerlo con complejos castillos
musicales.
De las manos de Josquin des Prez sólo podía salir un ingenio polifónico.
A mayor gloría de la Iglesia.
Sin embargo, pocos años antes Guillaume Dufay respetó la fuerza de la
melodía original. El resultado es como comparar una pequeña margarita silvestre
con un enorme ramo de flores, lleno de magnolias, rosas, lirios y jazmines. Yo
me quedo con la margarita (y sin arrancarla siquiera).
Ave, Maris stella,
Déi mater alma,
Atque semper Virgo
Félix caeli porta
Sumens illud Ave
Gabriélis ore,
Funda nos in pace,
Mutans Evae nomen.
Solve vincla reis,
Profer lumen caecis,
Mala nostra pelle,
Bona cuncta posce.
Monstra te esse matrem,
Sumat per te preces
Qui pro nobis natus,
tulit esse tuus.
Virgo singulāris
Inter omnes mitis,
Nos culpis solutos
Mites fac et castos.
Vitam praesta puram,
iter para tutum:
ut vidéntes lesum
semper collaetémur.
Sit laus Deo Patri,
summo Christo decus,
Spiritui Sancto,
tribus honor unus. Amen.
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