lunes, 28 de enero de 2013

La fiera de mi niña


Decir a estas alturas que Bringing Up Baby merece la pena es como recomendarle a alguien que se siente a ver la luna llena, una noche de agosto, en un pequeño restaurante a orillas del Mediterráneo y en compañía de la persona que ama. Obviedad es la palabra que estaba buscando.


El caso es que esta película tiene buenos mimbres, y unas cuantas paradojas. Entre los primeros destaca Howard Hawks, el que puede que sea el segundo mejor director que en la historia del cine ha habido (John Ford está un par de pasos por delante).

No cometeré el error de empezar a hacer apología alegremente de Howard Hawks.
Hay gente que a veces se pone a elogiarle en medio de una charla intranscendente y termina publicando un libro de más de mil páginas.


Otro de los mimbres es la pareja protagonista. Desde la distancia, ver juntos a Katharine Hepburn y Cary Grant en un cartel nos evita también hacer un largo panegírico. Bastan sus nombres.

Por otra parte, la película para mi es el mejor ejemplo de la Screwball Comedy. O lo que vienen siendo comedias con personajes excéntricos, ritmo acelerado y situaciones equívocas. No fue la primera ni la última del género, pero quizás sea la que mejor lo defina.


Entre las paradojas destaca el papel de la crítica y público de la época. La película fue un desastre. Tanto como para considerar a la Hepburn como veneno para la Taquilla. (Por cierto, nadie mejor que Katharine Houghton Hepburn para ponerle el artículo determinado delante).

La mala acogida de la comedia llevó incluso a vetar a Howard Hawks para algún proyecto posterior. Menos mal que el veto duró poco.

¿Y quién empezó entonces a reivindicar la película? Pues fue la misma gente que no había ido a verla al cine la que se dio cuenta de lo que se había perdido, cuando la echaron por la televisión. El resto es historia.

viernes, 25 de enero de 2013

The Man Who Walked Through Time



Aunque ahora sean legión, sobre todo en verano, hubo un tiempo en el que no existía la raza de los mochileros. De hecho hasta hace poco más de cuarenta años, nadie le veía el placer a calzarse el petate al hombre y ponerse a caminar hasta decir basta.

Ahora, con el campo lleno de marcas blancas y rojas (o flechas amarillas), con guías y mapas específicos para cada ruta, con clubes privados y organizaciones fomentadas por el departamento de turismo de turno, con miles de webs y libros al uso, se nos hace raro echar la vista atrás y ver ese vacío. Pero lo hubo.

Y uno de los que abrió por primera vez el camino de los mochileros (en todos los sentidos) fue Colin Fletcher. A finales de los cincuenta y principios de los sesenta hizo dos viajes larguitos. En el primero cruzo todo el estado de California de abajo a arriba. Y en el segundo, que es el que nos ocupa, se convirtió en el primero en atravesar el Parque Nacional del Cañón del Colorado a pie.

El libro en el que cuenta su odisea refleja su amor por los espacios abiertos, por la soledad, por la naturaleza y la historia de los sitios por los que pasa. Y, sobre todo, por poner un pie delante de otro hasta que el día acabe. Además, el título hace referencia a la estructura del Cañón, en el que las capas de roca erosionadas por el río hacen que bajar hasta sus orillas desde el borde se convierta en un verdadero viaje en el tiempo.


Es curioso lo poco que ha envejecido el libro, teniendo en cuenta que ahora más de cinco millones de personas pasan cada año por los sitios descritos en el mismo. Aunque da un poco de pena saber que con su labor de pionero estaba destruyendo en cierta forma lo que él más amaba.

Años más tarde, Fletcher continuaría relanzando la afición al tren de San Fernando con una guía para excursionistas, The Complete Walker (de la que se han ido publicando varias ediciones). También escribió sobre sus experiencias en el valle del Rift y en narró más viajes a lo largo del río Colorado.

Aquí se pueden ver algunos reportajes de sus viajes en revistas de la época.

miércoles, 23 de enero de 2013

Música y videos – Driver's Seat (Sniff'n The Tears)


Además de escritores de un solo libro, también hay grupos de una sola canción. De hecho, cienes y cienes.

En este caso el grupo en cuestión es Sniff'n The Tears. Una banda británica que allá por los años setenta puso de moda el asiento del conductor. Y eso que la canción no va de coches. Lo que fluye a lo largo de la melodía es lo que queda en la cabeza después de romper con tu chica. Dolor y mal rollo. Pero con mucha clase.


Doing alright
A little jiving on a Saturday night
And come what may
Gonna dance the day away

Jenny was sweet
Show a smile for the people she needs
I'm trouble, let's drive,
I don't know the way you came alive

News is blue (the news is blue)
Has its own way to get to you
What can I do (what can I do)
When I remember my time with you

Pick up your feet
Got to move to the trick of the beat
There is no lead
Just take your place in the driver's seat

Driver's seat, driver's seat.

lunes, 21 de enero de 2013

Música y videos – La folia


Una vieja melodía que tocaban los pastores ibéricos allá por el siglo XVI se convirtió con el paso del tiempo en la que quizás sea la frase musical más versionada de la historia.

Muchos compositores han dedicado un momento a esta tonada silvestre y llena de vitalidad: Bach, Vivaldi, Haendel, Beethoven, Liszt, Scarlatti, Vangelis. Pero quizás la versión más conocida sea la de Arcangelo Corelli. Su sonata para violín Opus 5 no.12 fue publicada en 1.700.

Casi trescientos años más tarde, el holandés Michael Dudok de Wit la utilizaría como elemento clave de este corto, que llegó a estar nominado a los Oscar allá por 1994.


Por cierto, para conocer todos los entresijos, historias, versiones, grabaciones y anécdotas referentes a la folia (de la que me confieso un verdadero apasionado), lo mejor es darse una vuelta por aquí (http://www.folias.nl/)

jueves, 17 de enero de 2013

Que Dios se apiade de su alma…


Hay veces en las que, después de escuchar a alguien, nos gustaría que una voz desde lo más alto (en plan la que se oía en “Un, dos, tres”) pronunciara esta frase.

Para recordar mentalmente en muchas reuniones de trabajo, tertulias de radio o televisión, ruedas de prensa, reuniones familiares o intervenciones en el Congreso.


“Lo que acaba de decir es una de las estupideces más grandes que he oído en mi vida. En ningún momento de su vaga e incoherente respuesta se ha acercado siquiera a algo que pueda considerarse un pensamiento racional. Todos los que están en esta sala son ahora más tontos simplemente por haberle escuchado. No le concedo ningún punto y que Dios se apiade de su alma.”

Por cierto, la frase es de la película Billy Madison. Y se la decían, con toda la razón del mundo, a Adam Sandler.