Aquí no hay nada seguro. Los ha habido malos y buenos. Ha
habido decepciones y encuentros milagrosos. Sin embargo, pocos han sido los
libros que han muerto en las primeras páginas.
Los peores han sido los dos segundos de la trilogía de Los
juegos del hambre (el primero se salva), El fantasma de la Ópera (buena idea,
mal escrita), Una princesa de Marte (la película de John Carter es mucho mejor)
y los últimos de Lee Child, James Rollins y Eduardo Mendoza.
El caso del de Mendoza me duele especialmente. Si, ya sé que
me lo podía esperar después de lo que ha escrito últimamente. Pero no desespero
de volver a encontrar una nueva cripta embrujada (Digresión 1: uno de los
peores títulos de la historia de la literatura. Y la envidia de aquellos que
leen las dos primeras páginas por primera vez, sin saber qué es lo que tienen
entre las manos. Digresión 2: la misma envidia de los que ven por primera vez
Familia, sin referencias previas).
Otros que se han ganado un puesto en la sección del olvido:
Blotto, Twinks and the Ex-King's Daughter (no sé dónde había
leído que Simon Brett hacía una parodia de los libros de Wodehouse. Ja!). The
Untamed, de Max Brand (tan sólo una mala novela de Oeste). Espía de Dios, en la
que Juan Gomez-Jurado se sube al carro del Código Da Vinci. David Baldacci, que
nos ofrece en The Innocent más bazofia que comida para la bestia. Y para
terminar, Luis Piedrahita nos demuestra por qué es tan difícil escribir cosas
cómicas en Dios hizo el mundo de siete días... y se nota. (si, se nota).
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