miércoles, 26 de marzo de 2014

La mirada del otro

No creo que exista el Progreso, entendido como un avance inexorable hacia un futuro perfecto. Por desgracia la Historia se parece más a la yenka o al pogo que a un desfile de carnaval. Pero si pienso que se puede medir el desarrollo de una cultura, país o civilización. Y que, de alguna manera, algo vamos avanzando.

Puede haber elementos éticos que definen el estado que vamos alcanzado en nuestro desarrollo. Como personas y como sociedades. Elementos que quizás sea posible reducir a cómo tratamos a nuestros semejantes. Conceptos como racismo, machismo, homofobia, xenofobia, fundamentalismo y nacionalismo se basan siempre en la misma premisa: YO soy mejor que tú.

Así que, utilizando estos conceptos podemos hacer un examen de conciencia personal o colectiva para saber dónde estamos.

Arriba deberían estar países y personas realmente abiertos a las diferencias, que marcan el ritmo al resto. Abajo nos encontramos con esos lugares en las que ser mujer, extranjero, homosexual o creer en un Dios diferente te puede costar muy caro.

Y en este sentido se podría decir que un determinado país o persona lleva años o siglos de retraso con respecto a otros. Pero ojo con ver sólo la paja en el ojo ajeno. En cualquier caso, y con un poco de suerte, puede que dentro de un par de siglos nuestros descendientes vean estas cosas tan lejanas y extrañas a su vida diaria como todos lo hacemos ahora con la esclavitud (o casi).

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