Puede haber elementos éticos que definen el
estado que vamos alcanzado en nuestro desarrollo. Como personas y como
sociedades. Elementos que quizás sea posible reducir a cómo tratamos a nuestros
semejantes. Conceptos como racismo, machismo, homofobia, xenofobia,
fundamentalismo y nacionalismo se basan siempre en la misma premisa: YO soy
mejor que tú.
Así que, utilizando estos conceptos podemos
hacer un examen de conciencia personal o colectiva para saber dónde estamos.
Arriba deberían estar países y personas
realmente abiertos a las diferencias, que marcan el ritmo al resto. Abajo nos
encontramos con esos lugares en las que ser mujer, extranjero, homosexual o
creer en un Dios diferente te puede costar muy caro.
Y en este sentido se podría decir que un determinado
país o persona lleva años o siglos de retraso con respecto a otros. Pero ojo
con ver sólo la paja en el ojo ajeno. En cualquier caso, y con un poco de
suerte, puede que dentro de un par de siglos nuestros descendientes vean estas
cosas tan lejanas y extrañas a su vida diaria como todos lo hacemos ahora con
la esclavitud (o casi).
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