Cantatas, conciertos de Brandenburgo, El clave bien temperado, la Misa
en si menor, la Pasión según san Mateo, El arte de la fuga, la Ofrenda musical,
las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor, las Suites para
violonchelo… Lo cierto es que Johann Sebastian Bach da para mucho. Y cada uno
tiene su obra favorita. La mía es la chacona de la partita BWV 1004.
La versión original para violín es estremecedora. Y Hilary Hahn sabe
sacarle toda la alegría, la angustia, el placer, la violencia y ansiedad a una
obra muy difícil. Tanto desde el punto de vista técnico como, sobre todo, el
emocional, ya que exige estar mentalmente a tono con lo que se está tocando.
De todas las adaptaciones que se han hecho para otros instrumentos
quizás la mejor sea para violonchelo. El carácter de esta melodía se une
perfectamente con la tonalidad de un instrumento de cuerda más grave que el
original. De hecho, la chacona de Bach recuerda así a las obras de Marin Marais
para viola da gamba.
Sin embargo yo he escogido esta versión para guitarra por dos razones.
La primera por Narciso Yepes, uno de los mejores músicos españoles del siglo
pasado, que siempre supo transmitir su pasión por las piezas que tocaba, lo que
en este caso es realmente importante. La otra razón es complementaria, ya que el
propio Yepes era un enamorado de la pieza y la convirtió en uno de los
elementos centrales de su repertorio. Merece la pena hacerle un pequeño
homenaje.
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