lunes, 10 de marzo de 2014

Las arrugas del tiempo



Hay personajes de ficción que viven suspendidos en el tiempo. Por ellos no pasan los años. Pero otros no lo tienen tan fácil, y van acumulando en su rostro las arrugas de la edad y las cicatrices de heridas pasadas. Los primeros abundan. Los segundos ya no tanto.

Para mí el que mejor representa a estos héroes ligados al tiempo real de la existencia es el Príncipe Valiente. Harold Foster comenzó a dibujar sus aventuras allá por 1937, y le pasó los trastos a John Cullen Murphy en 1970, cuando la artritis no le permitía ya seguir dibujando.

Durante 33 años, Valiente fue madurando, se casó y tuvo hijos que a su vez fueron creciendo. Aunque todavía hoy se siguen editando las aventuras del príncipe, lo cierto es que el personaje nació y murió con su creador.

Quizás no haya habido un cómic mejor elaborado, tanto en el guión como en el dibujo. Foster pasaba trabajando una semana entera en la plancha que iba a salir en la edición dominical de los periódicos.

Formalmente sus dibujos son impecables. Y la historia del príncipe fue mejorando. Al principio las aventuras se sumergían demasiado en la fantasía, y el armazón histórico hacía aguas por todas partes. Pero poco a poco Foster fue afianzando los cimientos sobre los que construiría la vida de Val.

Guerras, intrigas, viajes, torneos, persecuciones, amores, vida familiar, actividades cotidianas… A veces es difícil leer libros de historia medieval y no imaginarse a los personajes y escenarios ilustrados por Harold Foster.

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