Disfrutamos (o no) con los chorros de palabras que salen de sus molleras. Pero puede que a veces nos hayamos preguntado por qué escriben los que escriben. Arte, oficio, inspiración de las musas… sea lo que sea, escribir es una actividad difícil, a veces tediosa. Por eso, el periódico La Reppublica ha preguntado a varios escritores cuál es la razón que les lleva a coger la pluma (es un decir) y poner historias sobre un papel. Estas son algunas de las respuestas que más me han llamado la atención:
Andrea Camilleri no se decide por una sola razón:
Escribo porque es siempre es mucho mejor que descargar cajas en el mercado central.
Escribo porque no sé hacer otra cosa.
Escribo porque puedo dedicar los libros a mis nietos.
Escribo porque así me acuerdo de todos los que he amado.
Escribo porque me gusta contar historias.
Escribo porque al final puedo tomarme una cervecita.
Escribo para devolver algo de todo lo que he leído.
El pragmatismo de Camilleri también lo comparte Javier Marías: Escribo para no aguantar a ningún jefe ni tener que levantarme temprano.
Otros lo viven con más intensidad sentimental, como Amélie Nothomb: Me preguntan por qué he elegido escribir. Yo no lo he elegido. Es lo mismo que cuando te enamoras. No es una buena idea, ni sabes como has llegado ahí, pero al menos hay que probarlo.
Ken Follet se divierte escribiendo: Cuando me despierto por la mañana, lo primero que pienso es en escribir la siguiente escena de mi libro. Es lo que más me entretiene.
Los hay que son creativos, como Mark Haddon: El día en que no consigo hacer algo, por poco que sea, me parece perdido. Una semana sin crear arte de cualquier tipo me resulta totalmente doloroso.
Antonio Tabucchi se pierde en disquisiciones filosóficas citando a Samuel Beckett y a Baudelaire.
Y Mario Vargas Llosa también se apoya en otros para resumir su amor por la escritura como complemento de la lectura: Siempre cito la famosa frase de Flaubert: escribir es una forma de vivir. En mi caso ha sido exactamente así. Se ha convertido en el centro de todo lo que hago, hasta el punto en el que no podría concebir mi vida sin la escritura ni, obviamente, sin su complemento indispensable, la lectura.
Aunque la más sencilla y sincera de todas las respuestas es la de Umberto Eco: Porque me gusta.
miércoles, 5 de enero de 2011
sábado, 1 de enero de 2011
Versiones - Everybody Hurts
A veces no hay que esperar demasiado para que una canción se convierta en un bien de dominio publico y todo el mundo quiera entrar a saco a cantarla a los cuatros vientos. El año en que Barcelona intentaba hacer que el mundo creyera que Cobi era un perro de diseño, un grupo de Atenas publicó una canción que llenó de gozo los corazones solitarios. El grupo de era R.E.M (Athens, Georgia). El tema, Everybody Hurts.
A lo largo de estos 18 años ha habido interpretaciones para todos los gustos. Desde la voces quebradas y excesivamente intensas de Joe Cocker o Bonnie Tyler hasta la asquerosamente melosa de Paul Anka (no puedo con él, lo reconozco), pasando por la versión naif de Nana Mouskouri (para salir corriendo). Como se suele decir, no pienses que puede hacer la canción por ti, piensa que puedes hacer tú por ella. De todas las que he oído, sólo me quedaría con la del unpluged de las hermanas Corr. Una versión sencilla y sentida con la que Andrea Corr consigue, una vez mas, que nos enamoremos de ella.
A lo largo de estos 18 años ha habido interpretaciones para todos los gustos. Desde la voces quebradas y excesivamente intensas de Joe Cocker o Bonnie Tyler hasta la asquerosamente melosa de Paul Anka (no puedo con él, lo reconozco), pasando por la versión naif de Nana Mouskouri (para salir corriendo). Como se suele decir, no pienses que puede hacer la canción por ti, piensa que puedes hacer tú por ella. De todas las que he oído, sólo me quedaría con la del unpluged de las hermanas Corr. Una versión sencilla y sentida con la que Andrea Corr consigue, una vez mas, que nos enamoremos de ella.
When the day is long and the night, the night is yours alone,
When you're sure you've had enough of this life, well hang on
Don't let yourself go, 'cause everybody cries and everybody hurts sometimes
Sometimes everything is wrong. Now it's time to sing along
When your day is night alone, (hold on, hold on)
If you feel like letting go, (hold on)
When you think you've had too much of this life, well hang on
'Cause everybody hurts. Take comfort in your friends
Everybody hurts. Don't throw your hand. Oh, no. Don't throw your hand
If you feel like you're alone, no, no, no, you are not alone
If you're on your own in this life, the days and nights are long,
When you think you've had too much of this life to hang on
Well, everybody hurts sometimes,
Everybody cries. And everybody hurts sometimes
And everybody hurts sometimes. So, hold on, hold on
Hold on, hold on, hold on, hold on, hold on, hold on
Everybody hurts. You are not alone
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Versiones - Mná na h-Éireann (Mujeres de Irlanda)
Seán Ó Riada fue para muchos el padre del renacimiento musical celta en Irlanda. Una de las últimas canciones que compuso fue Mná na h-Éireann, un tema melancólico que nos traslada a las verdes campiñas de la dulce Eire y que nos habla de las mujeres de esa gran nación (la letra es un poema del bardo del siglo XVIII Peadar Ó Dorinín).
Versiones de Mujeres de Irlanda las hay para todos los gustos, desde las instrumentales, como las de Alan Stivell o Mike Oldfield, hasta las más convencionales, como las de Sinéad O'Connor o Kate Bush. Una de las más famosas es la que realizaron The Chieftains para la banda sonora de la película Barry Lyndon. Instrumentalmente perfecta, como todo lo que llevan haciendo estos chavalotes desde hace casi medio siglo.
Mi preferida, sin embargo, es una adaptación en todo el sentido de la palabra, ya que cambian el título y la letra. Words lanzó a la fama a The Christians a principios de los noventa, y todavía hoy rezuma lo mejor del buen soul británico.
If I could find words
To tell you I'm sorry
Make you understand
I mean just what I say
After all that I've heard
Why should I worry
When we ride the fine line
Between love and hate
If I had been wise
well how could I doubt you
now I'm all alone
my life in disarray
But try as I might
I can't live without you
so I cling to the hope
of a bright brighter day
Oh I know we've been through this all before
how can I prove my love for you is real
no I can't do anymore
if I could only find words
And still he has dreams
and still I must learn to cope
absurd as it seems
I still have hope
If I had good sense
and heed all the warnings
I would let it be
and leave all well alone
But there's no recompense
for waking up mornings
feeling sure it's myself
who's the foolish one
yes I know we've been through this all before
how can I prove my love for you is real
no I can't do anymore.
martes, 28 de diciembre de 2010
Roy Lewis
Periodista con formación como economista clasico, Roy Lewis escribio casi exclusivamente sesudas obras sobre negocios, sociología, historia y periodismo. Hasta que en 1960 se desmelenó y mandó a sus editores una obra de ficción. Una historia familiar con todos los ingredientes para convertirse en un éxito de ventas: envidias, resentimientos, traiciones, asesinato…
Hasta aquí, lo normal. Pero lo mejor es que la historia esta ambientada en el paleolítico y el protagonista es el primer hombre en descubrir el fuego. A partir del momento en que hace ese descubrimiento, la paz familiar va a saltar por los aires y se van a desencadenar los más divertidos enredos.
Lewis decidio llamar a su novela What We Did to Father. Pero con cada nueva edicion le cogió el gusto a cambiarle el titulo y, así, paso a llamarse sucesivamente: The Evolution Man, Once upon an Ice Age o How I ate my father.
Con el titulo que sea, es uno de los libros mas sorprendente y divertido que he leído. Un placer para reflexionar sobre lo poco que hemos cambiado desde que bajamos del árbol.
domingo, 26 de diciembre de 2010
Versiones - This Land is Your Land
Hace poco escuché una vieja canción que formaba parte de la banda sonora de Up in the Air, la que hacen Sharon Jones & the Dap-Kings de This Land is Your Land. La versión que acompaña las andanzas del cínico Clooney es tan cool que podría sonar de fondo en un bar de cualquier aeropuerto de diseño futurista, repleto de alas de gaviota y formas orgánicas.
Las versiones que se han ido haciendo a lo largo de los 70 años que han pasado desde que Woody Guthrie la compuso, han convertido This Land is Your Land en un fiel reflejo de los cambios que se han ido produciendo en América. Y demuestran que this land is really for everyone.
Muchas versiones, y muchos cambios, que no han añadido nada a la canción original. La de Woody Guthrie es como él, mucho más sencilla y descarnada, más propia de una América que todavía está sufriendo los efectos de la Depresión y de la Guerra. En esa Tierra, Guthrie camina por las carreteras, como lo habían estado haciendo durante los últimos años millones de náufragos para poder buscarse la vida. Todavía tardarían en correr por ellas los relucientes Cadillac del sueño americano.
This land is your land, this land is my land
From California to the New York Island
From the Redwood Forest to the Gulf Stream waters
This land was made for you and me.
As I went walking that ribbon of highway
I saw above me that endless skyway
I saw below me that golden valley
This land was made for you and me.
I roamed and I rambled and I followed my footsteps
To the sparkling sands of her diamond deserts
While all around me a voice was sounding
Saying this land was made for you and me.
When the sun came shining, and I was strolling
And the wheat fields waving and the dust clouds rolling
A voice was chanting, As the fog was lifting,
This land was made for you and me.
This land is your land, this land is my land
From California to the New York Island
From the Redwood Forest to the Gulf Stream waters
This land was made for you and me.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Cadenas de favores
La ópera es como el fútbol. Estás clavado en el asiento durante largo tiempo, aguantando medio dormido las idas y venidas de balones y cantantes adictos a los carbohidratos por el escenario hasta que de pronto, en medio del sopor, surge un breve momento de magia. Pero sólo a veces. Lo normal es que lo único que surja es el tedio.
Y dicho esto, hablemos de magia. De la de Mozart, por ejemplo. Como solía huir de la ópera como alma que lleva el diablo, no conocía hasta hace unos años esta famosa escena (o duettino) de Las bodas de Figaro. Y ¿cómo la descubrí? Gracias a las cadenas de favores. Un día me puse a ver una película, y allí, en medio de la historia, el protagonista pone un disco por los altavoces de la cárcel para llenar a lo presos y la pantalla de un fulgor indescriptible y ligero.
Es lo que pasa con las cadenas de favores. Una obra maestra, como Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) nos descubre otra. O un libro de Pennac nos habla de Carlo Emilio Gadda y meses después caemos rendidos con Quer pasticciaccio brutto de via Merulana.
Ya he comentado como, gracias a Bill Bryson, he descubierto escritores como Will Ferguson o W.E. Bowman. A veces han sido personas de carne y hueso las que, con un comentario hecho de pasada, nos han abierto puertas de mundos maravillosos (todavía recuerdo la frase que me abrió hace tiempo la trilogía de Corfú, de Gerald Durrell). A lo máximo que puede aspirar un blog de este tipo es a continuar esas cadenas. Para que no terminen nunca.
Y dicho esto, hablemos de magia. De la de Mozart, por ejemplo. Como solía huir de la ópera como alma que lleva el diablo, no conocía hasta hace unos años esta famosa escena (o duettino) de Las bodas de Figaro. Y ¿cómo la descubrí? Gracias a las cadenas de favores. Un día me puse a ver una película, y allí, en medio de la historia, el protagonista pone un disco por los altavoces de la cárcel para llenar a lo presos y la pantalla de un fulgor indescriptible y ligero.
Es lo que pasa con las cadenas de favores. Una obra maestra, como Cadena perpetua (The Shawshank Redemption) nos descubre otra. O un libro de Pennac nos habla de Carlo Emilio Gadda y meses después caemos rendidos con Quer pasticciaccio brutto de via Merulana.
Ya he comentado como, gracias a Bill Bryson, he descubierto escritores como Will Ferguson o W.E. Bowman. A veces han sido personas de carne y hueso las que, con un comentario hecho de pasada, nos han abierto puertas de mundos maravillosos (todavía recuerdo la frase que me abrió hace tiempo la trilogía de Corfú, de Gerald Durrell). A lo máximo que puede aspirar un blog de este tipo es a continuar esas cadenas. Para que no terminen nunca.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Películas - The Quiet Man (1952)
Hay dos películas de John Ford que ocupan un lugar destacado en mi vitrina de películas más- importantes-de-la-historia-del-cine (comprobado: escribir con guiones entre las palabras no sólo es cursi, además es cansado)
Una es Centauros del desierto (The Searchers), la mejor película del oeste del mejor director de películas del oeste que en la historia ha habido.
La otra es El hombre tranquilo (The Quiet Man). La película consigue varias cosas en principio imposibles. A saber:
- Que John Wayne sea totalmente creíble en una comedia romántica.
- Que en Irlanda sólo llueva un poquito (lo justo para darle una nota de color a una escena sentimental en el cementerio).
- Que un grupo de irlandeses católicos (y un cura) vitoreen a un obispo anglicano.
Pero, por encima de todo, Ford nos cuenta una historia sencilla, sobre el retorno a las raíces, la amistad y el amor. Una historia en la que aparecen los mayores tópicos irlandeses: la cerveza y el whiskey, las canciones populares, las peleas a puñetazo limpio, el cura estricto y popular... Con todos esos elementos podría salir una película muy entretenida, pero del montón. ¿Qué es lo que hace de El hombre tranquilo algo realmente especial? Las dos cosas más importantes para que una película sea una obra maestra: sencillez y guión.
De la sencillez y de Ford no hay mucho que explicar. Él rodaba a la primera toma, con la cámara a la altura del hombro, sin alharacas ni efectos especiales. Su cine es el mejor porque no se proponía serlo.
Sobre el guión, tampoco hay mucho que explicar. Frank S. Nugent trabajó con Ford en casi todas sus mejores películas (también en The Searchers). Gracias a él, la película tiene un ritmo perfecto y frases gloriosas para el recuerdo.
Y además de todo, la banda sonora de Victor Young está repleta de melodías y canciones tradicionales que acompañan la acción sin robarle protagonismo.
Para verla una tarde de lluvia junto con Historias de Filadelfia.
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