Lo cierto es que ha habido bastantes escritores buenos que
he descubierto este año. Tantos que se pueden agrupar según el estado de ánimo
con el que nos sentemos para leerlos.
Para esos momentos en los que nos sentimos jóvenes: Gary
Paulsen y su saga de Brian. R. L. LaFevers y su inolvidable Theodosia. Jean C.
George y el halcón de la montaña. Scott O'Dell y la isla de los defines azules.
O Bruce Clarke y la supervivencia en las montañas.
Para descubrir el mundo: Lynn Schooler y su viaje de
descubrimiento vital por Alaska. Richard Proenneke y su vida misma en Alaska.
Peter Hessler, con el que no llegamos a amar China, pero al menos la conocemos mejor. Y Jon Krakauer y la Montaña en toda su tragedia.
Para ratos perdidos: L. C. Tyler y su detective agente
literario (pero sólo el primero). Louis Pergaud o la vida infantil en un
pequeño pueblo. Hernan Casciari y los tontos (por ejemplo). O Frédéric Dard y
San-Antonio, o al menos el primero de la saga.
Para disfrutar leyendo.
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