jueves, 3 de abril de 2014

Dale alas a la cultura

Un niño sale por la puerta de la biblioteca de su barrio con un par de tebeos debajo del brazo y una sonrisa en la cara por el placer anticipado de poder leerlos tumbado en su cama. Una chica le pide a una amiga que le deje el libro que está leyendo, cuando lo haya terminado. Un hombre coge prestado una novela de la estantería de sus padres.

Ninguno paga por leer, pero todo es perfecto. Difunden la cultura.

Un niño baja un cómic a su tablet para leerlo tumbado en su cama. Una chica le pide a una amiga que le pase el libro a su ebook. Un hombre se descarga de un foro una novela que leyó en su juventud.

Ninguno paga por leer. Van a acabar con la cultura y merecen estar todos en la cárcel.

Yo compro muchos libros. Y muchos de ellos de forma ilegal (aunque sea a través de Amazon). Son de segunda mano y fueron editados Estados Unidos. Y en sus primeras páginas suele venir impreso un aviso de que el libro no puede ser vendido sin su permiso. Y sin embargo, sus dueños los siguen poniendo a la venta en internet cuando se cansan de ellos.

Porque una cosa son las leyes y otra el sentido común. Llevamos siglos leyendo libros de bibliotecas o prestados por los amigos. Llevamos siglos comprando libros de segunda mano. Y los que más piden prestado suelen ser los que luego compran más libros.

Pero hoy, para esconder las vergüenzas de su ineptitud empresarial, algunos nos quieren hacer creer que el que lee un libro prestado (o ve una película) es un delincuente. No les hagas caso. Comparte todos los libros que puedas y sigue difundiendo la cultura con el sentido común de los viejos tiempos

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