miércoles, 3 de noviembre de 2010

Luciano De Crescenzo


Hace mucho tiempo, un pequeño libro cayó en mis manos: Oi dialogoi. Ni conocía a su autor, ni tenía muy claro qué esperar del librito en cuestión. Lo empecé con un poco de desconfianza, pero al cabo de un par de páginas ya estaba totalmente enganchado con las andanzas del profesor Bellavista y fascinado por el humor y el cariño con el que De Crescenzo mezclaba a Platón y a los napolitanos.


Nada más terminarlo, recuerdo que busqué el primero de la saga: Così parlò Bellavista. Disfruté tanto como con el primero (que en realidad era posterior, pero da igual). El caso es que el tipo cogía la filosofía triste y aburrida que habíamos estudiado en el colegio (y ya es difícil hacer que los griegos parezcan aburridos, pero el caso es que algunos profesores lo conseguían) y la ponía en la calle. Pero no en una calle cualquiera. Eran las calles de Nápoles, una ciudad mítica que no es ni europea, ni africana, ni asiática. Es un espacio propio de cultura, caos, basura, mafia y vida.


Luego vinieron los dos tomos de la historia de la filosofía griega: I presocratici y Da Socrate in poi. En ellos ya sólo hay historia antigua y filosofía clásica, pero presentada con tanto humor y sencillez que consigue que olvidemos los personajes sagrados que nos vendieron en el cole y veamos debajo de la máscara erudita a las personas reales que parieron todo lo que había que parir. Ya lo dijo Alfred Whitehead: "Western philosophy is just a series of footnotes to Plato."


Con el tiempo, Luciano de Crescenzo se convirtió en un personaje famoso en Italia. De los libros pasó a la televisión e incluso al cine (llegó a dirigir y dar vida a Bellavista en las dos películas que se rodaron). Y siguió publicando, a casi libro por año. Aunque no es oro todo lo que reluce. Continuó con su historia de la filosofía en Storia della filosofia medioevale y dos tomos de Storia della filosofia moderna, pero no tienen la chispa de los griegos (ni los filósofos ni los libros).


Del resto de su obra, merece la pena leer los libros sobre las obras de Homero: Elena, Elena, amore mio, I miti degli dei, I miti della guerra di Troia, Nessuno y I grandi miti greci. Algunos mejores que otros, pero todos son interesantes y entretenidos.

Libros para las tardes tontas en las que no estamos para leer a Joyce y en las que Heidegger no termina de atraernos, vaya usted a saber por qué. A ellos.

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